Recopilación de Jeffrey Miller
SEIX BARRAL, Biblioteca Breve1994
Nº de páginas: 336 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Lengua: CASTELLANO
Traducción del inglés por
PILAR GIRALT GORINA
ISBN: 9788432207129
México, 1995
En contacto es una extraordinaria colección epistolar que abarca
siete décadas de la vida de Paul Bowles. Seleccionada de un conjunto de más de
siete mil cartas existentes, nos ofrece un retrato fascinante de un autor que
se ha caracterizado por su deseo de acotar estrictamente el espacio de su vida
privada, y la variedad de cuyos intereses e inquietudes queda perfectamente
reflejada en este «vasto y vigoroso cuadro de la vanguardia» [Publishers
Weekly]. Esclarecedoras cartas ─fechadas entre 1929 y 1989─ dirigidas a
personalidades tan variadas y relevantes como Gertrude Stein, Aaron Copland,
Tennessee Williams, Jane Bowles, Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William
Burroughs o Alan Sillitoe, entre otros muchos, y relativas a toda clase de
asuntos, desde numerosos viajes ─incluida España─ hasta las diferentes
actividades (literatura, música, cinematografía) a las que el autor se ha
dedicado, hacer de En contacto una
apasionante autobiografía personal e intelectual de Bowles.
A JAMES LEO HERLIHY
30 abril 1966. Tánger
Me alegro de que
sigas con el asunto del diario y al final estemos de acuerdo en que
cualesquiera que sean las palabras que uno escribe en cualquier circunstancia,
siempre están destinadas a otros y otras mentes. Tu mención de “testigos” es
una buena forma de ilustrar el dilema existencial de la conciencia (la
imposibilidad de ser la cosa en sí y por sí misma). En A puerta cerrada
Sartre pone en boca de Inez al dirigirse a Estelle: “¿No te gustaría que yo
fuera tu espejo?” Y después: “¿Y si el espejo empezase a mentir” ¡Una razón
bastante buena de por qué el infierno deberían ser los demás si los necesitamos
para acreditar la validez de nuestra propia experiencia! Todavía me parece que
la vida formalizada de los primitivos debe ser emocionalmente satisfactoria,
aunque sólo sea porque tantos actos de la vida cotidiana se realizan a modo de
ritual y ante testigos. (Entonces me preocupa: ¿podría ser que ni nostalgia de
la infancia perdida sea simplemente una resistencia a asumir las
responsabilidades que exige ser civilizado? Entonces me contesto: No. Todavía
somos primitivos. En realidad no queremos ser civilizados. Dentro de otros diez
mil años tal vez.) Pero el diario: dices que era terapéutico. “En lugar de
cometer un asesinato, confié mis sentimientos al papel.” Pero para mí escribir
ficción es la misma clase de terapia. Cuando la vida es insoportable, aplico el
principio del contrairritante: invento algo todavía peor, frente a lo cual la
actualidad parece bastante benigna. Supongo que se trata de la necesidad de
persuadir al lector la imposibilidad, o incluso de la inconveniencia de la
felicidad. En cuanto he encontrado la pauta que me permite desahogarme, me
siento mejor. Y acerca del odio hacia Norteamérica: naturalmente que lo
disimulo, porque lo disimulo todo. Se da demasiada importancia al escritor y
demasiado poca a su trabajo. ¿Qué importa lo que es y lo que siente si sólo es
una máquina para la transmisión de ideas? En realidad no existe: es un cerco,
un vacío. Un espía enviado a la vida por las fuerzas de la muerte. Su principal
objetivo es trasladar la información al otro lado de la frontera, otra vez a la
muerte. Entonces se le puede dar una personalidad mítica: “Pasó su vida entre
nosotros, nos traicionó y cruzó la frontera con el material.” No creo que el
escritor participe nunca en nada: sus pretensiones de hacerlo son miméticas. Lo
único que sabe hacer es mantener la máquina en funcionamiento y aprender a
manejarla con torpeza cada vez menor (esperémoslo). Un espía es tortuoso
y, en la medida de lo posible, anónimo. Sus convicciones y emociones personales
son “disimuladas” automáticamente. Todo esto suena a demasiado serio. Pero tú
lo has provocado. Sería estupendo verte aquí en junio, si sigo aquí, y de
momento todo lo relacionado con Bangkok está todavía en el aire. Sin embargo, ahora
que sé que existe la posibilidad de tu venida, me mantendré en estrecho
contacto contigo. Iré probablemente en un carguero, y son escasos. De modo que
puede pasar mucho tiempo antes de que zarpe.
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