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viernes, 14 de octubre de 2011

Los muertos, James Joyce

Los muertos es el relato con el que culmina el libro Dublineses de James Joyce publicado en 1914. Narración autobiográfica en donde Joyce recrea el ambiente familiar en el que se crió (la descripción minuciosa de la casa de las señoritas Morkan, coincide con la de sus tías abuelas, así como varios personajes están copiados de sus recuerdos) y hace una dolorosa confesión de un hecho real que lo perturbó durante mucho tiempo. Nora Barnacle, su esposa, tuvo en su juventud un enamorado que sufría de tuberculosis. El muchacho murió, como Furey, después de darle serenata una noche. Joyce nunca pudo ocultar sus celos por ese muerto y esa obsesión lo persiguió hasta su propia tumba.


     La fiesta de la Epifanía del Señor realizada año con año por las señoritas Morkan es un acto social importante en el Dublín de principios de siglo. Es 1904 y los invitados recorren los caminos nevados de la ciudad para refugiarse en la tibia y acogedora atmósfera de las lámparas de gas y de la hospitalidad irlandesa. El fluir apacible de los encuentros, el alcohol, la música y el baile tienen su primera nota grave cuando la envejecida tía Julia canta con voz trémula “Vestida para la boda”.

     Los fantasmas están ahí, todo mundo los ve, comparten el ganso y las demás delicias de la cena, participan a su modo en las alusiones a la situación política de Irlanda, en las severas críticas hacia la escena musical del momento, en el festín. A medida que la reunión avanza destacan las atenciones de las anfitrionas hacia los invitados de honor, Gabriel Conroy y su esposa Gretta. La narración es intensa, minuciosa, cada gesto, movimiento y palabra tiene gran peso: el sobresalto de Gretta cuando sus divagaciones son interrumpidas, la borrachera de Freddy Malins, la negativa del tenor D’Arcy a cantar, el asedio de una patriota irlandesa contra Gabriel, a quien califica de pro-inglés, el lúgubre poema declamado antes de la cena, las miradas de reconciliación-complicidad-envidia-reproche que se lanzan este grupo de viejos conocidos.


     Al término de la cena, el cantante decide por fin interpretar una canción en la intimidad del piso superior y rodeado tan solo de algunas personas. Gretta escucha las primeras notas mientras baja las escaleras y permanece inmóvil, las palabras y la música han desenterrado sus recuerdos. Gabriel ha pasado la velada admirando a su mujer, el reconocimiento se transforma en deseo a medida en que la carreta los conduce al hotel donde pasarán la noche, solos por primera vez en mucho tiempo, lejos de la casa familiar y los hijos. Ella está ausente, permanece desvestida frente a la ventana de la habitación. Gabriel escucha que su mujer está sollozando.


     Sobreviene entonces la segunda y definitiva ruptura del relato realista. Gretta cuenta la historia de un joven que la amó muchos años atrás. Un muchacho, Michael Furey, quien al saber que ella partiría a Dublín dejando su natal Galway, pasó una noche en la intemperie esperándola bajo su ventana y murió al poco tiempo. El deseo del marido se convierte en celos por un muerto, en certeza de desamor: “Que mezquino papel he desempeñado en la vida de mi mujer”. Gretta solloza perdida en la melancolía por el tiempo muerto que ha sido su vida, hasta lograr por fin calmar su llanto y dormir.

Para la mujer, Furey representa el amor puro, ese que logra dar sentido a las miserias de la vida cotidiana. En ese sentido, ella está muerta y el joven enamorado esta vivo. A fin de cuentas son las oportunidades amorosas que no pudimos explotar las que dan cierto sentido a nuestros amores reales. Gabriel mira por la ventana ese mundo de soledad cubierto de nieve, imagina el cercano funeral de la tía Julia: “Pobre tía Julia, pronto sería ella también una sombra…” El mundo que hasta hace unos momentos lo acogía se ha vuelto ajeno, un pro-inglés rechazado por sus compatriotas, un intruso en la vida de su mujer, un vivo entre los muertos.



Gabriel contempla el paisaje nevado de ese frío desierto emocional cubierto de noche, algo se ha roto para siempre. Su desesperanzada aceptación también es una renuncia mortal. Odio, compasión, tristeza: las cosas nunca volverán a ser iguales. La melancolía de este relato conmovedor está puntuada por la nieve que cae silenciosa en la noche como un hermoso sudario blanco.




«Lágrimas generosas colmaron los ojos de Gabriel. Nunca había sentido aquello por ninguna mujer, pero supo que ese sentimiento tenía que ser amor. A sus ojos las lágrimas crecieron en la oscuridad parcial del cuarto y se imaginó que veía una figura de hombre, joven, de pie bajo un árbol anegado. Había otras formas próximas. Su alma se había acercado a esa región donde moran las huestes de los muertos. Estaba consciente, pero no podía aprehender sus aviesas y tenues presencias. Su propia identidad se esfumaba a un mundo impalpable y gris: el sólido mundo en que estos muertos se criaron y vivieron se disolvía consumiéndose».


Joyce publicó Los muertos en 1914. Tenía 25 años.
 
Los muertos cierra el círculo de cuarenta largometrajes de John Huston y de la misma manera que su primer película (El halcón maltés, 1941) se mantiene fiel al texto literario original, este último filme no es más que una virtuosa transposición del texto en imágenes cinematográficas.

 

Dublineses (en inglés, "Dubliners") es una colección de relatos cortos. Los quince relatos son una representación, en ocasiones satírica, de las clases media y baja irlandesas, en el Dublín de los primeros años del siglo XX. Joyce, quien sería más adelante pionero en el uso del monólogo interior como recurso narrativo, utiliza en esta obra un estilo realista para ofrecer una descripción de los personajes y la ciudad. Las historias se escribieron en un momento en el que el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo y dominaba en Irlanda la búsqueda de una identidad nacional. Atrapado en una encrucijada de la historia y de la cultura, el país se encontraba sacudido por varias ideas e influencias convergentes. Estos relatos ofrecen una visión de los conflictos que estas tensiones generaron en la vida de la gente de Dublín.


Título: Dublineses
Autor: James Joyce
Colección: Literatura/Alianza Editorial (L5575)
ISBN: 84-206-3917-6
Edición: 2001
Encuadernación: Rústico
Páginas: 224
Dimensiones: 18 x 11 cm.
Tema: Literatura extranjera
Idioma de publicación: Español
Traducción: Guillermo Cabrera Infante.

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