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lunes, 21 de noviembre de 2011

Hipotermia, Álvaro Enrigue


Enrigue nació en México, donde vive actualmente, en 1969. Ha vivido entre el Distrito Federal y Washington D.C. Ha sido profesor de Literatura en la Universidad Iberoamericana y de Escritura Creativa en la de Maryland. Se dedica desde 1990 a la crítica literaria, y ha colaborado en revistas y periódicos de México y España. A su regreso a México, después de una breve etapa como editor de literatura del Fondo de Cultura Económica, pasó a formar parte de la revista Letras Libres y ahora es editor de Conaculta. Ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz con La muerte de un instalador, en 1996. En Anagrama ha publicado Hipotermia y Vidas perpendiculares. Ha sido seleccionado por la New York Public Library como escritor residente en 2011 y 2012  junto a Jonathan Safran Foer y James Fenton después de la publicación en México y España de Decencia.




Título: Hipotermia
Autor: Álvaro Enrigue
Colección: Narrativas hispánicas (384)/Anagrama
ISBN: 968-867-185-1
Edición: 2005
Encuadernación: Rústico
Páginas: 187
Dimensiones: 22 x 14 cm.
Tema: Literatura MexicanA






El periodista de «La pluma de Dumbo», convencido de que algún día sería un gran escritor, escucha un comentario cáustico de su hijo sobre la gran novela que nunca llega; en «Inodoro», un electricista se queda dormido en la casa vacía donde está trabajando, y al despertar, una chica de voz seductora lo llama desde el lavabo; el joven basurero de «Ultraje», abandonado por su mujer, convierte por una noche el camión de la basura en un barco pirata.

Además, entre estos y otros relatos cerrados hay tres micronovelas: la del escritor de libros de autoayuda que destruye su universo emocional y acaba como profesor en Boston, el infierno; la del ejecutivo del Banco Mundial que ya sólo puede percibir la realidad cuando viene mediatizada por la televisión o el correo electrónico, y la de un historiador de la vida privada que, muerto espiritualmente, resucita como cocinero.

Una excelente e imaginativa novela integrada por relatos.

Pero en Hipotermia hay mucho más. Porque en este libro, entre relatos cerrados, apretados, redondos, que se anillan unos con otros y al hacerlo se resignifican.



«Otra lectura posible de Hipotermia lo inscribiría en la literatura de viajes, en la bitácora de quien se interna hasta la fuente oscura del río. A la manera de Sommerset Maugham en el Extremo Oriente, Enrigue fue a Washington D.C. a corroborar y afinar sus prejuicios sobre la condición humana. Y es que, en un planeta cuya característica esencial es el tráfico aéreo, pocos mudan de alma al viajar: los detalles que Enrigue encontró en la humanidad de los washigtonianos (o de los dálmatas) sólo se le aparecen (en el sentido numinoso de la expresión) a un escritor vocativamente preocupado por ciertos problemas de la teología moral, es decir, por los actos que, en apariencia gratuitos, nos llevan a discernir el bien y el mal.

     Un primer registro, en Hipotermia, se encuentra en los "Grandes finales" en los que Enrique sacia su gusto (que es amor y que es consternación) por las civilizaciones perdidas y las lenguas desaparecidas, materia de su segunda novela (El cementerio de las sillas, 2002) y de la cual se desprenden un par de cuentos, aquel que narra la extinción del último dálmata o ese otro que traza el asilo museográfico de Ishi, el nativo. Ese derrotero arqueológico convierte a Enrigue en una suerte de egiptólogo sublimado, de tal forma que La muerte de un instalador (1996), primera novela de Enrigue, se recuerda como una variante de Las aventuras de una momia, donde la antigüedad quedaría simbolizada por las ruinas de nuestro posmodernismo. Esa noción del personaje literario como sobreviviente y como suma final de una familia, de un clan, de una dinastía, permea los libros de Enrigue. Esos naufragios con final feliz permiten que en Hipotermia pueda leerse una frase tan memorable como la que sigue sobre quienes protagonizaron los sismos mexicanos de 1985: "Hicimos la revolución, aunque le cueste aceptarlo a las generaciones anteriores, al estilo de Hemingway: como camilleros."»
Fragmentos “Hipotermia, de Álvaro Enrigue”, por Christopher Domínguez Michael, Letras Libres



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